Sus casi 4000 metros de altura sobre el nivel del mar necesitan adaptación para gente como nosotros... de nuevo el mate de coca hace milagros, y el sueño reparador. Se nota, de todos modos, subiendo cuestas o escaleras, que te falta aire. Desde aquí, partimos ayer de viaje a Copacabana, al borde del lago Titicaca.
Los niños le llaman "el mar" porque bien se le parece. El paisaje desde allí es delicioso, sentarse en la playa a ver romper las olas y mirar las montañas que lo rodean, un placer. La trucha es excelente y el ambiente del lugar, bohemio y lleno de color.
Los tres hemos estado de acuerdo en que lo que llamaba la atención era el silencio, profundo como el azul del cielo, invitándote a recordar a los ancestros de esta tierra. Sólo roto por el ruido del viento que azotaba las montañas.
Echo de menos a mis niños de Cochabamba, a los chicos y a los grandes... el martes ya volvemos al trabajo con ellos, con fuerzas renovadas.
Las fotos correspondientes a cada entrada serán introducidas más tarde. La disponibilidad de una buena conexión y de tiempo para subirlas al momento no es todo lo que quisiera. Poco a poco se irá actualizando todo. Gracias por la paciencia!!